El nombre que congrega
INTRODUCCIÓN
Jesús: “No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
Tampoco hay otra persona que sea el centro de la reunión de los redimidos (Mateo 18:20).
Después de haber liberado de Egipto a los hijos de Israel, Dios quiso reunirlos y habitar en medio de ellos en el tabernáculo ( Éxodo 25:8: 29:45-.4b).
Cuando entrara “en la tierra” que el Señor le daba como posesión (Deuteronomio 12), el pueblo debía buscar el lugar donde Dios pondría su nombre. Transcurrieron varios siglos antes de que Jerusalén fuese conquistada y el templo erigido sobre el monte Moriah, donde Abraham había ofrecido a Isaac y David había ofrecido los sacrificios cuando sobrevino la peste. La nube llenó el templo (2 Crónicas 5:13) como había llenado el tabernáculo de reunión (Éxodo 40:34). Después de siglos de infidelidad de parte del pueblo y paciencia de parte de Dios, la nube abandonó el templo (Ezequiel 10:4, 18; l1:23); este, destruido y reedificado varias veces, finalmente fue asolado cuarenta años después de la muerte del Salvador.
El nombre que congrega
Hoy la morada de Dios sobre la fierra ya no está en una casa hecha de manos, sino que, mediante su Espíritu, Dios habita en los corazones de los suyos.
Efesios 2: 21 nos presenta a los creyentes bajo la forma de un edificio en construcción que; “va creciendo para ser un templo santo en el Señor”, edificio que solo será terminado cuando el Señor Jesús vuelva. Pero el versículo 22 los presenta como siendo juntamente edificados para ser actualmente “morada de Dios en el Espíritu”.
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