El pecado después de la conversión
EL CONOCIMIENTO DE LA OBRA DE DIOS Y LA REALIDAD DE NUESTRA VIDA
El asunto que vamos a considerar es el que más inquieta a los creyentes al principio de su carrera.
Se trata de la pérdida de la comunión con Dios, originada después de la conversión, a causa del pecado.
No cabe suponer que un creyente vuelva a hacerse reo o esclavo de un pecado deliberadamente; pero, por desgracia, todos tenemos que confesar que pecamos, y dicha confesión es causa de muchas congojas y honda aflicción para quienes acaban de “nacer de nuevo”.
Algunos llegan a preguntarse si al fin de cuentas son realmente salvos. Quisiera llamar seriamente la atención a quienes se han entregado hace poco a Cristo y le conocen como su Salvador personal, y exponerles a la vez algunas verdades que pueden traer verdadera bendición a sus almas. Conviene, pues, leer y meditar las Escrituras -la Palabra de Dios- con atención y cuidado. Una de las características de la época presente es que la gente hace poco uso de sus Biblias.
Como buenos soldados de Jesucristo debemos llevar siempre con nosotros nuestras espadas, hallándonos -como en efecto lo estamos- en este mundo del cual Satanás es el Príncipe, o sea, en el campo enemigo. Pero las Escrituras no siempre han de usarse contra el adversario, sino que nos sirven también para nuestro consuelo, nuestra edificación y enseñanza.
El pecado después de la conversión
Dediquémonos al Libro más importante
Estamos seguros de que no haremos progresos espirituales si no somos personas dedicadas al Libro más importante y desconocemos, por lo tanto, nuestras Biblias. Dios se reveló a nosotros por medio de un solo Libro, y nuestro privilegio consiste en leerlo, conocerlo y amarlo.
Un día, mientras conversaba yo con una señora…
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