Estudio sobre 1 y 2 Tesalonicenses
Introducción
En las epístolas a los Tesalonicenses hallamos en todo su frescor la condición y la esperanza del cristiano como tal en este mundo, pero especialmente vemos esos caracteres en la primera, porque en la segunda ya era necesario proteger tal frescor contra los pérfidos ataques del Enemigo. Estas dos epístolas son las primeras que Pablo escribió, si exceptuamos la dirigida a los Gálatas, cuya fecha es incierta.
Si bien hacía mucho tiempo que estaba dedicado a la obra, recién cuando ésta estuvo muy adelantada le dispensó sus cuidados por medio de sus escritos, los que, tal como lo hemos visto, tienen diverso carácter, según el estado de las asambleas y según la sabiduría divina, la cual, por este medio, depositaba en las Escrituras lo que sería necesario para todos los tiempos.
Estudio sobre 1 y 2 Tesalonicenses
Recién convertidos, los cristianos de Tesalónica sufrían mucho a causa de la persecución del mundo, persecución que los judíos de aquel lugar ya habían suscitado anteriormente contra el mismo Pablo. El apóstol, dichoso de ver esta hermosa obra y gozoso por el estado de sus queridos hijos en la fe (estado del cual se daba testimonio por todas partes y que incluso provenía del mundo), abre su corazón y el Espíritu Santo da fe, por boca del apóstol, acerca de cuál era, en la tierra, esta condición cristiana que motivaba su gozo, cuál era la esperanza que arrojaba su claridad sobre la existencia del creyente, que brillaba en torno a él durante toda su vida y que iluminaba su camino a través del desierto.
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