La mesa del Señor
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La mesa del Señor. Habiendo un solo pan… siendo muchos, somos un solo cuerpo; porque todos participamos de aquel pan, que es uno solo.
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La mesa del Señor
«Por lo cual cuidaré siempre de recordaros estas cosas, aunque las conocéis, y estáis confirmados en la presente verdad. Y lo tengo por justo, mientras yo esté en esa frágil tienda, estimularos por medio de recuerdos… Y también haré lo posible para que podáis en todo tiempo, después de mi partida, conservar memoria de estas cosas.» 2 Pedro 1:12-13 y 15
Estas hermosas palabras del apóstol Pedro -pastor y sobreveedor fiel del rebaño de Cristo- me alientan para presentar algunas consideraciones en cuanto a la mesa del Señor. Son el resumen de una correspondencia que entablé hace algún tiempo y cuyo propósito era recordar a todos -una vez más- los principios sencillos y positivos de la Palabra de Dios, tocante a la celebración de la cena del Señor, acerca de la reunión de los creyentes «fuera del campamento», hacia el nombre de Jesús, y las verdades relativas a la mesa del Señor. Si en los albores de la Iglesia cristiana era necesario recordar estas cosas, cuánto más lo será en estos tiempos caracterizados por la indiferencia y la apostasía.
¡Quiera Dios que este breve estudio sea para bendición de Sus amados; que sirva de aliento a los ancianos y afirme a los jóvenes en la verdad!
La mesa del Señor
Hoy día se oye y hasta se lee entre los creyentes afirmaciones contrarias a la Palabra de Dios. Son cosas de suma gravedad, pues semejantes opiniones hacen abandonar -tarde o temprano los principios dados por Dios. Unos enseñan, por ejemplo, que la mesa del Señor fue establecida para la totalidad de la Iglesia, y que ninguna congregación de creyentes puede reclamarla para sí, a exclusión de las demás. Otros han dicho: «Si una asamblea o congregación de creyentes mantiene principios condenados por la Palabra de Dios…
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