Una sola ofrenda – varios sacrificios
INTRODUCCION
Una sola ofrenda perfecta: la muerte del Señor Jesús
Nos proponemos considerar la muerte del Señor Jesús, “la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10). Será el tema central de la adoración de los redimidos en la eternidad, pero, aunque no podamos sondearlo aquí abajo, es la voluntad del Señor que nuestros corazones se ocupen en él.
Ya durante su vida, Jesús comenzó a enseñar a sus discípulos que “era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho… y ser muerto” (Marcos 8:31). Y cuando atravesaba Galilea, “enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres , y le matarán” (cap. 9:31). “Por el camino subiendo a Jerusalén… volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:… el Hijo del Hombre será entregado… y le condenarán a muerte” (cap. 10:32-33). Pero los discípulos “no entendían esta palabra” (cap.9:32) y “le seguían con miedo”.
Una sola ofrenda – varios sacrificios
Fue necesario que llegase el día de la resurrección y que tuviese lugar la maravillosa conversación en el camino de Emaús para hacer arder los corazones de los dos discípulos, declarándoles “en todas las Escrituras lo que de él decían”: ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas? (Lucas 24: 26-27). Entonces, el velo fue quitado para ellos, aunque no para el pueblo de Israel (2 Corintios 3: 14). Pudieron discernir, a través del relato y las imágenes del Antiguo Testamento, y de los innumerables sacrificios de los cuales la sangre había corrido a través de los siglos, la figura de la sola ofrenda, por la cual “hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10: 14).
Para nosotros también, el velo ha sido quitado.
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